Speech should be free but not of consequences

[vc_row][vc_column][vc_single_image image=”116315″ img_size=”full” add_caption=”yes”][vc_column_text]Legal but harmful speech – what does it even mean and why is every government body so insistent that the best way to deal with hate is to legislate against it?

So, you may guess from my tone that I am getting a little irked. There seems to be a pattern emerging in the UK, that rather than genuinely tackling some of the thornier issues–we’re seeing calls for more laws and regulations as the quick fix. Seemingly so people can say they are doing something, anything, rather than tackle the root causes of the problems at hand.

This week was a case in point. Building on the Government’s plans to create a new designation of unacceptable language for our online conversations in the Online Safety Bill – legal but harmful – we saw yet more headlines outlining the latest initiative from a well-intentioned quasi-government body seeking legislation to regulate speech in order to protect us from extremists.

The Centre for Countering Extremism published a paper calling for a new legal framework to tackle extremism – or rather extremist language which is creating an environment conducive to building new extremist groups. In principle, this is something that is difficult to knock and I have huge admiration for many of the people involved, but this is a slippery slope.

Let me be clear. I am not suggesting (nor would I ever) that all is well in our online world. It isn’t – there are too many examples of toxic abuse. Political and ideological extremism seems to be on the march; bullying, trolling, hate speech and threats are becoming far too normalised online. I should know, after all I still seem to attract a little too much of it…

But the question is can you or even should you regulate speech. Would that even work? Is regulation going to make people be nicer to each other online – or is there something more sinister at play that we need to focus our efforts on. As Taylor Swift said “haters gonna hate”.

So surely the real challenge here is how we balance dealing with the minority who choose to incite hatred and create a toxic environment which is attacking our very value system without undermining one of our basic fundamental rights – free speech.

Reaching for the statute book as a legislator is the easy option – politicians can say they have done something – even if that something hasn’t fixed the problem. They can point at a law and say job done. But let’s be honest, you can’t legislate culture and you can’t regulate language and nor should we be trying to.

People aren’t stupid, extremists aren’t stupid, recruiters to terror groups aren’t stupid – they are abhorrent, evil and wrong – and while some may not be that bright, the most effective tend not to be stupid.

If you change the law to restrict what they can and can’t say – all they will do is moderate their language, introduce coded phrases and push extremism into spaces that can’t be monitored. Suppression of language simply will not defeat the dangerous ideology at play. But what you will have done is create an environment where certain communities feel that they can’t speak at all – a chilling effect which will both create martyrs and undermine community cohesion.

Moving the line of legality will simply result in extremists developing a new vocabulary to achieve the same outcomes as they did before. And then we enter a dangerous period of cat and mouse where restrictions become even tighter, ensnaring legitimate debate and discussion in order to catch those purveyors of hate.

Someone famous once said, “Tough on crime, tough on the causes of crime” and that mantra should be the starting point for any government on this issue. I have always said that speech should be free but not free of consequences.

The penalty for incitement should be severe – severe enough to be a deterrent but, and it’s a big but, the same level of resource, if not more, should be used to meet the continually emerging challenges of political extremism through education, engagement and community investment.

Empowering people to challenge hate speech and building a society where debate is celebrated but extremism is rightly ostracized. I know that for many that may be a naïve aspiration – but the alternative is a world where silence becomes the norm – because speech is too difficult.

Postscript. Just a note to thank Hannah who, in between doing her schoolwork yesterday, helped type my blog this week.

 

 

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Instrumentos de resistencia

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”Los egipcios lograron hacer oír sus voces alrededor del mundo durante el levantamiento, pese a las restricciones a internet impuestas por el gobierno. Jillian C York informa”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

La bandera egipcia ondea en la plaza Tahrir, Egipto, durante las manifestaciones de 2011, Maged Helal/Flickr

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En el mundo árabe, la censura en internet es lo normal. Solo un puñado de gobiernos han conseguido evitar la tentación de filtrar el acceso público a webs políticas y redes sociales. Hasta finales de enero, Egipto se contaba entre estos gobiernos, contentándose con vigilar el tráfico y arrestar a blogueros, pero sin denegar el acceso.

Tras el levantamiento popular, dejó de ser así. El 26 de enero, solo 24 horas después de que comenzaran las manifestaciones, Egipto puso un veto a Facebook en todos los proveedores de servicios de internet (ISP). Al día siguiente le tocó a Twitter y, al otro, internet al completo.

La decisión del gobierno de cortar el acceso a internet es un claro indicio de que este lo veía como una posible amenaza: antes de que empezasen las manifestaciones, los egipcios expertos en redes y política habían estado utilizando su influencia para coordinar protestas, sin dejar de lado las actividades en el mundo analógico. Grupos populares de Facebook como «Todos Somos Jaled Said» bullían de actividad. En cierto momento se publicó un documento de Google para guardar los datos de contacto de los miembros del grupo, en caso de que se bloquease Facebook. Pocos sospechaban que la prohibición se extendería a todo internet.

Del 28 al 31 de enero, una valiente ISP, Noor, siguió conectada. Entre sus usuarios se encontraban periodistas y activistas locales que tuitearon todo lo que pudieron, compartiendo información que recibían de amigos que les llamaban por teléfono desde las calles. Los geeks egipcios se movilizaron rápidamente para montar conexiones de módem por línea conmutada y publicaron los detalles en blogs.

Entonces, el 1 de febrero temprano, desconectaron Noor también —el último bastión de conexión—, dejando a los egipcios y, por extensión, a buena parte del mundo a oscuras. Sin noticias de las calles, muchos de los que observaban estaban confusos, sin saber en qué canales de información podían confiar. Google y Twitter no tardaron en publicar un comunicado conjunto, explicando en detalle un nuevo servicio que permitiría a cualquier persona en Egipto llamar a un número internacional y dejar un mensaje de voz que después se haría llegar a todo el mundo a través de Twitter. A pesar de que el servicio recibió algunas llamadas, y de que la comunidad internacional traducía rápidamente tuits del árabe al inglés, la ausencia de conexión a internet significaba que no había mucho que nadie pudiera hacer para asegurarse de que los egipcios se enteraban de la iniciativa.

Por supuesto, aun sin internet, las protestas continuaron. Pese a la prohibición de SMS y redes de móvil, miles se congregaron en la plaza Tahrir y en espacios públicos alrededor de Egipto. Cuando volvió la conexión a internet el 3 de febrero, algunas personas afirmaron que si habían tomado las calles fue precisamente por el apagón: al no poder escribir y compartir con el mundo lo que estaba pasando, decidieron formar parte.

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Aunque puede que internet nunca sea la gota que colme el vaso, tampoco debemos menospreciar su papel. Ahí está, por ejemplo, el documento de Google que subieron a Facebook el 22 de enero. Ese documento —como su homólogo en papel, un panfleto que circuló por las calles de El Cairo— compartía información logística, como qué hacer en caso de gas lacrimógeno y dónde reunirse en el centro de la ciudad. Pero, al contrario que su primo de papel, el documento digital no costaba dinero y podía actualizarse fácilmente a tiempo real, de forma colaborativa, facilitándole las cosas a su creador. Lo mismo puede decirse de Facebook: antes de su aparición, los activistas tenían que hacer unas 30 o 40 llamadas de teléfono cada vez que organizaban algo; ahora una actualización de Facebook puede llegar a miles de personas. De hecho, una actualización para las protestas programadas para el 28 de enero recibió 400.000 respuestas.

No es solo el activismo, sino también la diseminación de información lo que convierte a internet en un elemento clave de estos tiempos de agitación. En Túnez, las protestas proliferaron durante casi tres semanas antes de que se hicieran eco los medios internacionales, pero eso no impidió que los internautas tunecinos siguieran informando. Varios periodistas locales llenaron las lagunas de información publicando fotos en blogs, subiendo vídeos a Facebook y, sí, tuiteando. Los medios de comunicación, a medida que comenzaban a informar sobre los disturbios, se percataron de lo valiosos que eran estos reporteros locales, y a menudo utilizaban sus actualizaciones como fuentes principales.

Al Jazeera, en concreto, cumplió una función especial gracias a su capacidad de difusión por satélite a Túnez, a menudo incluyendo contenido de las redes sociales en sus informativos.

El regreso de internet a Egipto el 3 de febrero coincidió con espantosas escenas de violencia, mayoritariamente perpetrada por matones a sueldo pro-Mubarak. Aunque para entonces los medios ya habían descendido sobre El Cairo, cuando al atardecer los reporteros se retiraban a sus hoteles, cumpliendo el toque de queda en vigor en todo el país, fueron los valientes manifestantes, móviles en mano, los que pudieron informar desde las calles. Y fueron sus voces, las voces de la gente de Egipto, las que se escucharon alrededor del mundo.

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 Jillian C York es investigadora y bloguera especializada en la censura de internet en Oriente Próximo y el norte de África.

This article originally appeared in the spring 2011 issue of Index on Censorship magazine

Traducción de Arrate Hidalgo

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”The net effect” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2011%2F03%2Fthe-net-effect-2%2F|||”][vc_column_text]Our special report explores how technology continues to transform the culture of activism, but also how it’s not popular to view it more cautiously as past of a long game.

With: Evgeny Morozov; Danny O’Brien; Dubravka Ugresic[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”89160″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=” https://www.indexoncensorship.org/2011/03/the-net-effect-2/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

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Detectives digitales

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”La tecnología de fácil manejo está ayudando a los periodistas africanos en sus investigaciones, incluso con presupuestos limitados, informa Raymond Joseph
“][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

En África, los drones se están utilizando en nuevos estilos de periodismo, Mavik/Flickr

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En lo más profundo de la provincia de Mpumalanga, al extremo noreste de Sudáfrica, un periódico sin apenas recursos está utilizando una combinación de alta tecnología y sistemas más rudimentarios para mejorar las vidas de las comunidades a las que abastece. También ha introducido una forma de hacer periodismo pionera e innovadora, que no solo sitúa a sus lectores al centro de su cobertura, sino que también los involucra directamente en las operaciones de recopilación de noticias.

Lo que está haciendo este periódico supone una lección para medios de comunicación más establecidos que buscan nuevas fuentes de ingresos no tradicionales, y los cuales, en la era del periódico digital y en red, lo están pasando mal para sobrevivir y no perder relevancia.

Ziwaphi, este periódico de carácter comunitario, se distribuye a comunidades en el distrito Nkomazi, situado en el epicentro de la pandemia de sida en Sudáfrica, donde hay poco acceso a la cobertura informativa. Uno de los mayores problemas de la zona son las corrientes contaminadas con aguas residuales. Las mujeres y niñas pasan horas cada día recogiendo agua de los ríos para beber, cocinar y lavar, pero a menudo estos ríos también se utilizan para el vertido de residuos humanos. Esto hace que en ocasiones se disparen los casos de E. coli, provocando diarreas. Y, cada pocos años, hay un brote de cólera.

Gracias a una subvención y a la asistencia técnica de African Media Initiative (AMI), punta de lanza de las iniciativas por arraigar el periodismo de datos en las redacciones africanas, Ziwaphi está colocando smartphones viejos, metidos en botellas de plástico transparente, en ríos de la zona. Los teléfonos funcionan como rudimentarios microscopios electrónicos, al utilizar sus cámaras para sacar fotos corrientes con flash. Después, se recogen estas fotografías, se magnifican y se comparan con imágenes de una base de datos existente para detectar niveles peligrosos de E. coli. Luego se envían los resultados a las residentes por SMS, informándolas de dónde es seguro recoger agua.

Cerrando el círculo, el periódico analiza los datos en tiempo real para detectar tendencias e incluso, con suerte, triangular las fuentes de contaminación.

Una vez al mes, Ziwaphi publica un análisis detallado basado en los resultados que se comparte con otros periódicos de la comunidad y con las emisoras de radio locales. Así esperan que la información pueda empoderar a la gente de la región y obligar al gobierno a abastecerla de agua limpia y servicios de saneamiento. Los lectores de Ziwaphi también ayudan a recolectar información por medio de una app móvil de avisos de ciudadanos, que complementa así los datos de los smartphones con relatos de testigos sobre los impactos de la polución y las posibles fuentes de contaminación.

«El total del proyecto solo costó 20.000 dólares, incluido un modesto salario para un reportero especializado en salud a tiempo completo durante un año», explica Justin Arenstein, encargado de estrategia para AMI. «Pero lo importante, desde un punto de vista de sostenibilidad mediática, es que Ziwaphi está utilizando el proyecto del agua para construir el esqueleto digital que necesitará para sobrevivir en el futuro próximo».

Hasta hace poco, África se encontraba a la zaga del resto del mundo en lo concerniente a internet por los altos costes de acceso. Hoy, el despliegue de nuevos cables submarinos está contribuyendo a abaratar el coste de la conectividad, especialmente en el este y el sur del continente. Esto ha dado pie a una nueva y emocionante era periodística, con una explosión de ideas e innovaciones que están produciendo herramientas para lo que se han venido a denominar «noticias útiles». Los medios tradicionales están intentando conectar cada vez más con la ciudadanía, involucrarla en la búsqueda de noticias y en los procesos de producción de contenido. El proyecto de los móviles en botellas es un ejemplo de lo que se puede conseguir con recursos limitados.

En Kenia, Radio Group, la tercera entidad mediática en tamaño, ha puesto en funcionamiento Star Health, el primero en una serie de kits de herramientas para ayudar a los lectores a comprobar fácilmente la reputación de los médicos y descubrir si alguna vez han sido declarados culpables de negligencia. Se dio un caso en el que un hombre que estaba ejerciendo como médico resultó ser veterinario.

La plataforma, que ha demostrado ser todo un éxito en un país en el que los doctores poco fiables son un problema extendido, también ayuda a los usuarios a localizar especialistas médicos en su centro de salud más cercano. Además, puede utilizarse para comprobar qué medicinas están cubiertas por el sistema nacional de salud. Es de destacar que los resultados de las consultas en Star Health se envían a través de un servicio Premium de SMS que genera un flujo de ingresos crucial en estos tiempos en los que los medios de comunicación se han visto obligados a diversificar modelos de financiación ajenos a la publicidad y, en algunos casos, a la venta de ejemplares.

«Estas herramientas no reemplazan al periodismo tradicional, sino que mejoran el reportaje periodístico al ayudar a los lectores, por ejemplo, a descubrir cómo una noticia nacional sobre médicos estafadores les afecta personalmente», indica Arenstein. Las noticias han de ser personales y prácticas, y deberían convertirse en parte importante de las estrategias de transformación digital de los medios de comunicación, subraya.

La realidad del periodismo hoy día es que, aunque los medios de difusión no cuenten con el público masivo de los medios tradicionales, cualquier persona con un smartphone o conocimientos digitales básicos puede convertirse en «editor».

En Nigeria, por ejemplo, la comunidad online Sahara tiene más de un millón de seguidores en redes sociales, muchos más que muchas entidades tradicionales. El reto en un futuro será para las redacciones, que habrán de aprovechar estas redes comunitarias sin perder de vista el hecho de que la voz de la ciudadanía ha de seguir siendo central.

Un proyecto pionero en la aislada región nigeriana del Delta ha visto trabajar a los medios convencionales junto a una red ya existente de información ciudadana, Naija Voices, en la introducción de drones a control remoto con cámaras incorporadas que detecten y vigilen posibles vertidos de crudo destructivos del medio ambiente. El plan es distribuir las grabaciones a los principales canales de televisión y a periódicos colaboradores en Lagos y Abuja. Esto facilitará a la prensa un alcance sin precedentes a partes del país que hasta ahora han sido prácticamente inaccesibles.

Los drones de alas fijas son relativamente baratos y fáciles de manejar, pero también se estrellan de vez en cuando. «Conseguir partes nuevas, como las alas o piezas del fuselaje, sería caro y llevaría mucho tiempo, así que estamos experimentando con impresoras 3D para generar piezas in situ y según las necesitemos», explica Arenstein.

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Este experimento de información ciudadana parte de la labor de AfricaSkyCam, que lleva un año experimentando con drones en Kenia como parte de «la primera cámara aérea para una sala de redacción africana». SkyCam usa drones y globos equipados con cámaras para ayudar a los medios que no pueden permitirse helicópteros a cubrir noticias de última hora en situaciones peligrosas o ubicaciones de difícil acceso.

En Sudáfrica, el Oxpeckers Center for Investigative Environmental Reporting está utilizando «geo-periodismo» y otras técnicas de mapping para amplificar el alcance de su labor periodística y analizar noticias como la caza furtiva de rinocerontes y la caza de leones en recintos cerrados —se crían leones mansos para que adinerados cazadores de trofeos les disparen—. Las investigaciones ayudan a desvelar tendencias o vínculos con sindicatos del crimen, y a la cobertura de Oxpeckers Center se ha atribuido el fomento de una reciente prohibición de la caza en recintos cerrados en Botswana. También han contribuido a la redacción de leyes sobre el comercio de productos del rinoceronte y otras especies salvajes en China y Mozambique.

Pero lo cierto es que las redacciones africanas con pocos recursos no suelen contar con la tecnología ni los conocimientos digitales para construir nuevas herramientas online.

Es por ello por lo que el programa de innovación digital de AMI —e iniciativas similares por parte de Google, la fundación Bill & Melinda Gates y benefactores de menor envergadura como Indigo Trust— están construyendo sistemas de apoyo externo para ayudar a las redacciones de estos medios a dar el salto a un futuro digital.

Estos donantes también se están centrando en introducir los nuevos enfoques del periodismo de datos en medios tradicionales. Están ayudando a los periodistas a utilizar información digital de acceso público, proveniente de fuentes como censos o presupuestos del gobierno, para construir herramientas que asistan a la ciudadanía en la toma de decisiones más informadas sobre problemas que que les afectan a diario.

Entre quienes están ayudando a impulsar este enfoque desde las nuevas tecnologías está Code for Africa, una red de laboratorios tecnológicos municipales para países de todo el continente que tienen como objetivo fomentar la innovación y trabajar con medios y redes de periodismo ciudadano, de modo que puedan superar la brecha digital.

Code for South Africa (C4SA) está ayudando a todos, desde el periódico Ziwaphi —con sede en un barrio marginal producto del apartheid— y su proyecto de alertas de cólera, hasta medios nacionales de comunicación, como el Mail & Guardian o el City Press.

«Los medios saben que están en crisis. Ven amenazado su modelo de negocio basado en la publicidad a medida que su público se pasa a internet, pero la innovación digital sigue siendo difícil de vender», afirma Adi Eyal, director de C4SA. «El progreso es horriblemente lento porque muchos dueños de medios africanos se muestran indecisos a la hora de invertir sin antes saber cómo generarán ingresos estos nuevos modelos.

»A consecuencia de ello, la mayoría de lo que las redacciones sudafricanas llaman periodismo de datos de producción propia, en realidad, no es más que visualización. Están creando muy poca información útil y prácticamente nada en lo que se refiere a herramientas informativas que la gente pueda usar en la toma de decisiones. La inversión en un solo proyecto es significativa, así que es importante que las herramientas que se están elaborando sean duraderas, para que las redacciones puedan utilizarlas para informar sobre problemas y la gente pueda actuar».

El progreso será extremadamente lento, pero aun así los cimientos se van colocando poco a poco, a medida que los «rizomas» —conjuntos de datos de todas partes de África— se recolectan y cotejan en el portal African Open Data, para que sean utilizados tanto por periodistas de redacción como por gente que sepa programar. Tener estos datos supone la posibilidad de crear aplicaciones y herramientas que servirán para construir comunidades y generar ingresos.

C4SA también está construyendo la infraestructura «invisible» de soporte para ayudar a las redacciones a construir nuevas herramientas de forma rápida y barata. Esto incluye el apoyo a iniciativas como OpenAfrica, que ayuda a las redacciones a digitalizar y extraer datos de documentos fuente. C4SA también ha construido una serie de interfaces de programación de aplicaciones (API) de lectura mecánica ricas en datos que los periodistas pueden incorporar fácilmente a sus apps de móvil o páginas web. Las API accionan herramientas como WaziMap, que utiliza censos, elecciones y otros datos para ayudar a los periodistas a investigar a fondo las estructuras de las comunidades a nivel de distritos locales. Cada uno de estos recursos es una herramienta no solo para los medios, sino también para activistas ciudadanos y vigilantes del interés público, afirman Arenstein.

En una columna reciente sobre el futuro de los periódicos, Ferial Haffajee, editor de City Press, un periódico dominical sudafricano que está pasando por dificultades para reinventarse en la era digital, escribía: «Nada es lo que era. Casi nada es lo que parece. Tenemos un futuro, y es muy seductor». Y solo hace falta ver los smartphones en botellas y los drones impresos en 3D para entender que este futuro se está convirtiendo, redacción a redacción, proyecto a proyecto, en realidad.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Raymond Joseph es un periodista independiente con base en Ciudad del Cabo. Está en el consejo de Big Issue Sudáfrica y tuitea en @rayjoe

This article originally appeared in the autumn 2014 issue of Index on Censorship magazine

Traducción de Arrate Hidalgo

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”Seeing the future of journalism” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2014%2F09%2Fseeing-the-future-of-journalism%2F|||”][vc_column_text]While debates on the future of the media tend to focus solely on new technology and downward financial pressures, we ask: will the public end up knowing more or less? Who will hold power to account? The subject is tackled from all angles, from our writers from across the globe.

With: Iona Craig, Taylor Walker, Will Gore[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”80562″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2014/09/seeing-the-future-of-journalism/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

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Заглатывая приманку

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”«Лайки» в социальных медиа, потешные фотографии и стремление к мгновенной реакции – все это часть давления на точную журналистику, пишет Ричард Самбрук”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

Учасник митинга фотографирует Дональда Трампа во время предвыборной кампании в Рено, Невада, Darron Birgenheier/Flickr

Учасник митинга фотографирует Дональда Трампа во время предвыборной кампании в Рено, Невада, Darron Birgenheier/Flickr

[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

СЕРЬЕЗНАЯ ЖУРНАЛИСТИКА задыхается. С одной стороны, с нее вытесняет воздух безудержная коммерциализация, а с другой стороны, настойчивый спрос на скорость, осведомленное мнение и влияние в мире «24/7». Старые бизнес-модели терпят неудачу, но к настоящему моменту, тем не менее, нет четкого признака альтернативы для серьезных новостей, которые могут отличить общественные интересы от того, что просто интересует общественность.

Интернет подорвал авторитет и доверие к журналистике, переманивая к себе аудиторию, рекламируя и отвлекая внимание сенсациями, пустяками и, конечно, – «фейковыми новостями». Надежная информация – это валюта здоровых демократий, но сегодня ее курс снижается, и мы все за это расплачиваемся.

Посмотрите на Соединенные Штаты. Времена верховенства «доктрины справедливости», установленной при Рональде Рейгане в 1987 году, ушли. Эта доктрина обязывала вещателей быть справедливыми и сбалансированными в своем освещении новостей. Сегодня предвзятость в радиопередачах и телевизионных новостных сетях способствуют поляризации политической обстановки и избранию президента-популиста. Рейтинги управляют рекламой, а сенсация управляет рейтингами. Драматическая избирательная кампания Дональда Трампа еще больше увеличила количество просмотров и последующие доходы от рекламы. Как заявил исполнительный директор «Си-Би-Эс» Лесли Мунвес: «[Кандидатура Трампа] может быть не хороша для Америки, но она чертовски хороша для «Си-Би-Эс» ».

Стена между коммерческой журналистикой и редакционной политикой исчезает. «Естественная реклама» – пиар, замаскированный под журналистику, – как ожидается, станет новым коммерческим спасителем, от «Баззфид» до «Нью-Йорк Таймз». Если читатели не замечают или им все равно, имеет ли значение то, что новости сегодня выглядят так, как когда-то выглядела реклама? Не всегда, но, поскольку пиар, реклама, политическая деятельность и развлечения слились воедино с журналистикой, это открывает двери для использования и для паники по поводу «фейковых новостей», которую мы наблюдали в течение последних нескольких месяцев. Слишком много представителей общественности уже не чувствуют разницы между этими категориями информации, в основном потому, что медиа-компании способствуют их запутыванию. Исследование в Стэнфордском университете показало, что 82% студентов не могли отличить спонсируемый контент и не ангажированные новости. В Великобритании обзор YouGov для Channel 4 обнаружил, что только 4% респондентов могут достоверно отличить настоящие новости от «фейковых».

Социальные медиа и технологические гиганты несут основную часть ответственности. Иона Перетти, соучредитель «Баззфид» и «Хаффингтон Пост», недавно заявил, что социальное поведение изменило СМИ навсегда. Для него, репост сообщений – это ключевой показатель, указывающий на ценность пользователя, и его компания основана на измерении и поощрении совместного использования контента.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/4″][/vc_column][vc_column width=”3/4″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Эта идея явно очень успешно работает на многих платформах социальных сетей. Проблемой является то, что репост сообщений является хорошим показателем ценности потребителя, но не ценности гражданина. Репост сообщений предпочитает сенсацию авторитетному источнику и поощряет онлайн-экономику «клик-приманки», где не имеет значения, правда что-то или нет. Главное, что вы щелкаете на «приманку» и рекламодатели могут ездить на вашем любопытстве.

Таким образом, красочная ложь соберет миллион просмотров, прежде чем прозаическая правда будет замечена. В журналистике раньше говорили: «Если вы первый, но ошибаетесь, вы – не первый». Сегодня, если вы один из македонских подростков, который фабрикует «фейковые» новости, чтобы получить доход от рекламы, вас это не волнует.

Новая информационная экономика и перевес сенсации и срочности над авторитетными источниками или точностью загрязнили общественное обсуждение и оставили многих граждан в замешательстве касательно того, как работает этот мир.

Так что же делать? Проблема в том, что два интернет-гиганта, – «Фейсбук» и «Гугл» – которые сейчас управляют тем, как мы узнаем об этом мире, глобальны, и, в основном, неподотчетные никому, кроме своих акционеров. Разумеется, их правление сосредоточено на получении огромной прибыли, а не на какой-либо более широкой социальной ответственности. Однако, есть признаки того, что обе компании реагируют на предполагаемый ущерб брендам, искореняя «фейковые» новости, улучшая алгоритмы, поддерживая программы с медиа грамотности и помогая найти новую экономическую модель журналистики. Эти действия могут облегчить часть большого давления на серьезные новости, но это длинный путь.

Кое-кто предлагает увеличить количество финансируемых фондами общественных СМИ. Но такие инициативы обычно маломасштабные и не устойчивы в долгосрочной перспективе, а в странах, где отсутствуют филантропические настроения, вообще невозможны.

Появляются новые инициативы крупных СМИ, включая дополнительные сервисы из проверки фактов. «Би-Би-Си» выражает стремление к «медленной журналистике», «Твиттер» – к сознательному повороту от мгновенных запросов к более продолжительному и более внимательному подходу к новостям. Это отрадно, но только большие государственные организации могут себе это позволить.

Признается, что цифровые СМИ намного превзошли способность большинства людей понять их, поэтому возобновленная заинтересованность в медиа грамотности – пониманию и более широкому анализу СМИ – очень важна. Помочь людям мыслить критически и распознавать качественное различие между «твитом» и тщательно подготовленной статьей ответственной новостной организации имеет решающее значение, но это – долгосрочный процесс.

Между тем, мы получаем журналистику, которую мы заслуживаем. Поэтому подумайте дважды, прежде чем ставить «лайк» на сенсационном

Когда дело касается понимания мира, скорость – сомнительное достоинство 

заголовке из источника, которого вы не знаете, – каждый раз, когда вы делайте это, вы помогаете создавать облик медиа-среды. Подпишитесь на серьезные новостные организации по вашему выбору, потому что за хорошую журналистику нужно платить. И не спешите – когда дело касается понимания мира, скорость – сомнительное достоинство.

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Ричард Самбрук – профессор журналистики в Школе журналистики Кардиффа в Университете Кардиффа, и бывший директор Всемирной службы «Би-Би-Си»  

Статья впервые напечатана в выпуске журнала Индекс на Цензуру (весна 2017)

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Also in the issue: newly translated fiction from Karim Miské, columns from Spitting Image creator Roger Law and former UK attorney general Dominic Grieve, and a special focus on Poland.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”88803″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2017/12/what-price-protest/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

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