Trucos y herramientas para quienes buscan la verdad

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”Las mentiras y los bulos se extienden como la pólvora en la era de las redes sociales. ¿Cómo pueden evitar los periodistas (y los lectores) caer en el engaño? Alastair Reid comparte sus consejos “][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

Apps de redes sociales en un smartphone, Jason Howie/Flickr

Apps de redes sociales en un smartphone, Jason Howie/Flickr

[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Un truculento vídeo circuló extensamente por internet en 2012. En él salían dos hombres aterrorizados, con el pecho descubierto, sentados contra un muro de ladrillo rojo mientras una figura vestida de militar se alzaba sobre ellos, poniendo en marcha una motosierra. Desde fuera del encuadre, alguien vociferaba órdenes en árabe. Los hombres eran brutalmente asesinados.

El vídeo lo publicaron las fuerzas contrarias al gobierno de Siria como prueba de los crímenes de guerra cometidos por el régimen de Assad. Pero no era lo que parecía. El vídeo se había originado cinco años atrás, en México, donde los cárteles de drogas llevan mucho tiempo ejecutando violentamente a sus oponentes. En un golpe de astucia, alguien dobló el sonido para que sirviese de propaganda, y muchos se lo tragaron.

Las noticias inventadas no solo provienen de «lobos solitarios» que se dedican a extender bulos por internet. Gobiernos como el mexicano o el turco y otras organizaciones políticas se están aficionando a utilizar las redes sociales para manipular y extender información falsa. Siempre se ha esperado de los periodistas que utilicen sus habilidades detectivescas para encontrar la fuente del material. Pero con el potencial de las denuncias online de influir en el contenido informativo de todas partes del mundo —mucho más rápido que las noticias impresas—, las probabilidades de que circulen falsedades como si fueran hechos son más altas que nunca. Afortunadamente, la tecnología también nos ha dotado de un nuevo surtido de herramientas que pueden ayudarnos a discernir si quienes cuentan la historia también dicen la verdad.

La verificación online sigue los mismos principios básicos afianzados durante décadas de prensa escrita: sospecha de todo, siempre ten más de una fuente para cada declaración e identifica el quién, qué, dónde, cuándo, cómo y por qué. Cada vez es más frecuente que personas de a pie, interesadas en analizar a fondo una noticia antes de creérsela, perfeccionen este tipo de técnicas.

La forma más habitual de desinformación digital es la reutilización de imágenes antiguas en el contexto de una noticia nueva. A muchas de las noticias de más calado las suelen acompañar imágenes recicladas. Ha pasado durante la guerra de Siria con inquietante frecuencia, pero también fue evidente durante los atentados de París de noviembre de 2015, el secuestro de Bamako en Mali, una semana después, y el terremoto de Nepal del pasado abril. (¿Recordáis la foto de los dos pequeños abrazados que estuvo circulando después del terremoto? La sacaron en Vietnam en 2007.)

El modo más rápido de comprobar el trasfondo de una foto en internet es hacer una búsqueda invertida de la imagen (esto es, una búsqueda generada a partir de una imagen en lugar de con palabras). Google tiene archivados cientos de miles de millones de imágenes, y cualquiera puede subir un archivo de imagen o pegar la URL de una foto en su barra de búsqueda para contrastarla con las coincidencias de la base de datos. Se puede echar una red aún más amplia con un plug-in de Google Chrome llamado RevEye, que comprueba las bases de datos de Google, Tiny Eye, Bing, la compañía web rusa Yandex y el  buscador chino Baidu. Si hubieran utilizado estas sencillas herramientas, muchas entidades informativas se habrían evitado el bochorno de publicar imágenes antiguas como si fueran nuevas.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”3/4″][vc_column_text]

El decálogo del periodista para la verificación de los hechos

 

En un mundo rebosante de novedosos trucos digitales, los periodistas no deberían olvidarse de las técnicas tradicionales de verificación, afirma un ex editor de prensa

PETER SANDS

 

¿Puedes demostrarlo? Esas son probablemente las palabras que más pronuncié durante mis años como editor de un diario. Había reporteros entusiastas que siempre venían con la libreta llena de rumores: un miembro del parlamento ha dejado a su mujer, han suspendido al jefe de policía… Luego los lanzaban en la reunión diaria de la redacción. Entonces yo, exagerando el tono de desencanto, hacía la pregunta clave: «¿Puedes demostrarlo?» Nunca volvía a oír ni la mitad de aquellas historias.

Contábamos con la ventaja de que, si nos llegaba una pista a mediodía, teníamos nueve horas para encontrar el modo de demostrarla. Si no habíamos conseguido pruebas irrefutables para entonces, a veces nos dábamos otras 24 horas. En el mundo digital de hoy, hay mucha presión por apretar el botón en cuanto cualquier historia sin solidez alguna se pasea por nuestra cronología de Twitter. Y la prisa por publicar se traduce en historias verdes, fotos anticuadas y errores fácticos en webs que ya se lo tendrían que saber. La ironía es que verificar datos nunca ha sido tan fácil. Mi equipo solía ir todos los días a nuestra biblioteca a consultar Dod’s Parliamentary Companion (el libro anual con las biografías y datos de contacto de los miembros del parlamento), Bartholomew’s Gazetteer  (referencia vital para datos topográficos) y nuestros propios recortes. Ahora se puede comprobar casi todo en internet. ¿Por qué no lo hacemos? Como muestra Spotlight, la oscarizada película de Hollywood sobre el periodismo de investigación, buscar las fuentes, comprobar y volver a comprobar es la base para descubrir si puede demostrarse una noticia. En un mundo de noticias las 24 horas y todo digital, no deberíamos olvidar las técnicas de toda la vida. A saber:

 

1 Sospecha de todo. No te fíes de nada. Comprueba si hay intereses velados. No confíes en nadie, ni siquiera en un buen contacto.

 

2 Tu labor es confirmar cosas. Si no puedes, vuelve a intentarlo. Si te resulta imposible, no lo publiques.

 

3 Siempre acude a las fuentes principales. Pregúntale al jefe de policía si lo han suspendido. Pregúntale al director de autoridad. Si no quieren hablar, encuentra a los miembros del comité: a todos. Cuando asesinaron a mi vecino, el periódico local lo sacó en primera plana y estaban tres cosas mal. Nadie del periódico había llamado a la familia (ni a mí, ya puestos). Nadie se había molestado en hacer el esfuerzo. Una vergüenza.

 

4 Cumple la regla de las dos fuentes. Verifica todo a través de dos fuentes fiables como mínimo. Al poder ser, que conste en acta.

 

5 Sírvete de expertos. Hay universidades, académicos, especialistas que pueden avisar si falta credibilidad. Además, los expertos conocen a otros expertos.

 

6 Todas las historias dejan un rastro de papel. Siguen existiendo archivos (prueba con LexisNexis), documentos judiciales, Company House, Tracesmart. ¿Alguien ha cometido el mismo error en el pasado?

 

7 Pregúntate a ti mismo las cuestiones clave. ¿Qué más puedo mirar? ¿Con quién más puedo hablar? ¿Está equilibrado? ¿Escribí primero el titular y forcé el cuerpo de la noticia para que encajase?

 

8 Asegúrate de que los lectores entienden qué es opinión y qué es un hecho constatado. Y esto incluye el titular.

 

9 Preocúpate por las pequeñeces. Fechas, ortografía, nombres, cifras, estadísticas. No te olvides de quién, qué, dónde, cuándo, cómo y por qué.

 

10 Evalúa los riesgos. Hay veces en las que, pese al riguroso proceso de comprobarlo todo, una noticia puede quedarse al 99%. Si el instinto y el interés público te dictan que publiques, pásaselo al editor o editora. Para eso le pagan. Y, si has seguido las otras nueve reglas religiosamente, con suerte no tendrá que hacerte la pregunta clave.

 

Peter Sands es exdirector del diario británico Northern Echo y dirige la consultoría de comunicación Sands Media Services

 

Traducción de Arrate Hidalgo

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

El proceso se complica en el caso de los vídeos, ya que contrastar cada fotograma de un vídeo con cada uno de los fotogramas de todos los vídeos de una base de datos requiere los niveles de cálculo numérico de un superordenador. Una alternativa es coger la imagen del thumbnail y utilizarla en una búsqueda de imágenes invertida: puede que así salgan otros vídeos que contengan la misma imagen. Si no, otro método que puede dar resultados es buscar las palabras clave asociadas a tu vídeo en plataformas de contenido audiovisual.

Así pues, con paciencia y las herramientas adecuadas, por lo general no es imposible decidir si una imagen o vídeo, nuevos en apariencia, son reciclados. Lo que ya es más difícil es determinar si las imágenes que son nuevas muestran realmente lo que dicen mostrar. Por supuesto, dar con la persona que subió la imagen y hablar con ella directamente es la forma más segura de obtener la información correcta; lo ideal es que te envíen el archivo original.

Si lo anterior falla, merece la pena recordar que todas las cámaras digitales incluyen metadatos en sus archivos fotográficos, entre los que se incluyen las coordenadas GPS, la hora en la que se sacó la imagen y el tipo de cámara utilizado; todas ellas, pistas vitales en nuestra investigación. A menudo estos detalles se pueden ver subiendo la imagen a una página gratuita como Keffrey’s Exif Viewer (Exif, que significa exchangeable image file format, es el nombre técnico de estos metadatos). Por desgracia, los vídeos no incluyen ningún dato de este tipo, y las redes sociales eliminan los metadatos por completo, de modo que una imagen que haya pasado por Facebook, Twitter y demás ofrecerá poca información. En estos casos, harán falta técnicas más creativas.

Pese a que consume mucho tiempo, buscar las correspondencias entre las ubicaciones de vídeos e informes y las imágenes por satélite facilita a menudo las pruebas de ubicación más claras de todas. Una noticia reciente lo ilustra claramente: las fuerzas rusas empezaron a bombardear zonas de Siria a finales de septiembre, después de que el presidente Bashar Assad solicitase formalmente su asistencia en su enfrentamiento con grupos rebeldes y yihadistas. Poco después, el ministro de defensa ruso comenzó a publicar vídeos de los bombardeos (capturados por los bombarderos cuando arrojaban su carga) en su canal de YouTube.

Según el gobierno ruso, los ataques aéreos alcanzaban objetivos pertenecientes al Estado Islámico. Pero al recibir informes desde el terreno de que la mayoría de los bombardeos tenían como objetivo grupos no involucrados con el EI, varios voluntarios y periodistas de la página de código abierto Bellingcat decidieron investigar. Tras comparar los vídeos del ministerio con las imágenes por satélite de los lugares que afirmaban mostrar, descubrieron que solo podían confirmar el 25% de los ataques que decían haber alcanzado el lugar supuesto, y que la mayoría de los objetivos ni siquiera eran posiciones del EI. El resto había alcanzado territorios controlados por otros grupos, respondiendo a la petición de Assad de apoyo militar en el país.

Sin embargo, la mayoría de las fotos tomadas por testigos se hacen a la altura del suelo, así que los servicios «Street view» de mapas web como los de Google o Yandex juegan un papel vital en la verificación de imágenes. Gracias a la identificación de señales y referencias en una foto o un vídeo, muchas organizaciones informativas han podido reducir la lista de ubicaciones posibles hasta lograr una coincidencia. Es crucial contar con informes e imágenes que lo corroboren, para lo que vienen bien herramientas como Yomapic, que muestra fotos con etiquetas geográficas sacadas de webs de redes sociales en ubicaciones de todo el mundo.

Determinar que una foto o un vídeo se tomó en el momento que asegura la fuente es otro problema, pero uno que que las nuevas tecnologías digitales también pueden ayudar a solventar. Los mejores indicadores temporales los suministra la propia naturaleza: el tiempo atmosférico y el ángulo del sol. Muchos sostienen que el vuelo MH17 fue derribado en julio de 2014 por un misil Buk ruso. Fuentes online han facilitado fotos y vídeos de un Buk, asegurando que las habían sacado en la ciudad ucraniana de Zuhres, a unos 30 kilómetros del lugar donde se estrelló el avión ese mismo día. Los mapas y las referencias visuales demuestran que el vídeo es de Zuhres, ¿pero cómo se puede demostrar de cuándo es?

La web Wolfram Alpha guarda, entre otras muchas cosas, datos históricos del tiempo meteorológico de todas las ubicaciones del mundo. Bellingcat investigó los datos correspondientes a Zuhres en el momento del accidente: coincidía con las condiciones meteorológicas de las fotos. Luego acudieron a Suncalc, una herramienta online que muestra el ángulo del sol —y, por lo tanto, las sombras— de cualquier ubicación del mundo en cualquier momento. Una vez más, los datos se correspondían con las imágenes. Aunque no se trata de pruebas irrefutables, Bellingcat reconstruyó los hechos con la garantía suficiente para alegar que había un lanzador de misiles Buk en ese momento y lugar concreto.

La proliferación de los smartphones, las redes sociales y la conectividad online han producido nuevos recursos de gran potencia para verificar datos. También ofrecen una amplitud sin precedentes a la expansión de las mentiras y la propaganda. A medida que las posibilidades de desinformación se multiplican, es más importante que nunca que los periodistas, así como el público en general, den buen uso a sus habilidades analíticas y de verificación antes de fiarse de las noticias que les cuentan.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Alastair Reid es editor jefe de First Draft, una coalición de organizaciones que trabajan con redes sociales y periodismo, y se especializa en la recopilación y verificación de noticias online. Para más información, visita firstdraftnews.com

This article originally appeared in the spring 2016 issue of Index on Censorship magazine

Traducción de Arrate Hidalgo

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”Staging Shakespearean dissent” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2016%2F02%2Fstaging-shakespearean-dissent%2F|||”][vc_column_text]This year brings the 400th anniversary of William Shakespeare’s death and Index on Censorship is marking it with a special issue of our award-winning magazine, looking at how his plays have been used around the world to sneak past censors or take on the authorities – often without them realising. Our special report explores how different countries use different plays to tackle difficult theme

With: Dame Janet Suzman; Kaya Genc; Roberto Alvim[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”80568″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2016/02/staging-shakespearean-dissent/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

Subscription options from £18 or just £1.49 in the App Store for a digital issue.

Every subscriber helps support Index on Censorship’s projects around the world.

SUBSCRIBE NOW[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Заглатывая приманку

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”«Лайки» в социальных медиа, потешные фотографии и стремление к мгновенной реакции – все это часть давления на точную журналистику, пишет Ричард Самбрук”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

Учасник митинга фотографирует Дональда Трампа во время предвыборной кампании в Рено, Невада, Darron Birgenheier/Flickr

Учасник митинга фотографирует Дональда Трампа во время предвыборной кампании в Рено, Невада, Darron Birgenheier/Flickr

[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

СЕРЬЕЗНАЯ ЖУРНАЛИСТИКА задыхается. С одной стороны, с нее вытесняет воздух безудержная коммерциализация, а с другой стороны, настойчивый спрос на скорость, осведомленное мнение и влияние в мире «24/7». Старые бизнес-модели терпят неудачу, но к настоящему моменту, тем не менее, нет четкого признака альтернативы для серьезных новостей, которые могут отличить общественные интересы от того, что просто интересует общественность.

Интернет подорвал авторитет и доверие к журналистике, переманивая к себе аудиторию, рекламируя и отвлекая внимание сенсациями, пустяками и, конечно, – «фейковыми новостями». Надежная информация – это валюта здоровых демократий, но сегодня ее курс снижается, и мы все за это расплачиваемся.

Посмотрите на Соединенные Штаты. Времена верховенства «доктрины справедливости», установленной при Рональде Рейгане в 1987 году, ушли. Эта доктрина обязывала вещателей быть справедливыми и сбалансированными в своем освещении новостей. Сегодня предвзятость в радиопередачах и телевизионных новостных сетях способствуют поляризации политической обстановки и избранию президента-популиста. Рейтинги управляют рекламой, а сенсация управляет рейтингами. Драматическая избирательная кампания Дональда Трампа еще больше увеличила количество просмотров и последующие доходы от рекламы. Как заявил исполнительный директор «Си-Би-Эс» Лесли Мунвес: «[Кандидатура Трампа] может быть не хороша для Америки, но она чертовски хороша для «Си-Би-Эс» ».

Стена между коммерческой журналистикой и редакционной политикой исчезает. «Естественная реклама» – пиар, замаскированный под журналистику, – как ожидается, станет новым коммерческим спасителем, от «Баззфид» до «Нью-Йорк Таймз». Если читатели не замечают или им все равно, имеет ли значение то, что новости сегодня выглядят так, как когда-то выглядела реклама? Не всегда, но, поскольку пиар, реклама, политическая деятельность и развлечения слились воедино с журналистикой, это открывает двери для использования и для паники по поводу «фейковых новостей», которую мы наблюдали в течение последних нескольких месяцев. Слишком много представителей общественности уже не чувствуют разницы между этими категориями информации, в основном потому, что медиа-компании способствуют их запутыванию. Исследование в Стэнфордском университете показало, что 82% студентов не могли отличить спонсируемый контент и не ангажированные новости. В Великобритании обзор YouGov для Channel 4 обнаружил, что только 4% респондентов могут достоверно отличить настоящие новости от «фейковых».

Социальные медиа и технологические гиганты несут основную часть ответственности. Иона Перетти, соучредитель «Баззфид» и «Хаффингтон Пост», недавно заявил, что социальное поведение изменило СМИ навсегда. Для него, репост сообщений – это ключевой показатель, указывающий на ценность пользователя, и его компания основана на измерении и поощрении совместного использования контента.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/4″][/vc_column][vc_column width=”3/4″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Эта идея явно очень успешно работает на многих платформах социальных сетей. Проблемой является то, что репост сообщений является хорошим показателем ценности потребителя, но не ценности гражданина. Репост сообщений предпочитает сенсацию авторитетному источнику и поощряет онлайн-экономику «клик-приманки», где не имеет значения, правда что-то или нет. Главное, что вы щелкаете на «приманку» и рекламодатели могут ездить на вашем любопытстве.

Таким образом, красочная ложь соберет миллион просмотров, прежде чем прозаическая правда будет замечена. В журналистике раньше говорили: «Если вы первый, но ошибаетесь, вы – не первый». Сегодня, если вы один из македонских подростков, который фабрикует «фейковые» новости, чтобы получить доход от рекламы, вас это не волнует.

Новая информационная экономика и перевес сенсации и срочности над авторитетными источниками или точностью загрязнили общественное обсуждение и оставили многих граждан в замешательстве касательно того, как работает этот мир.

Так что же делать? Проблема в том, что два интернет-гиганта, – «Фейсбук» и «Гугл» – которые сейчас управляют тем, как мы узнаем об этом мире, глобальны, и, в основном, неподотчетные никому, кроме своих акционеров. Разумеется, их правление сосредоточено на получении огромной прибыли, а не на какой-либо более широкой социальной ответственности. Однако, есть признаки того, что обе компании реагируют на предполагаемый ущерб брендам, искореняя «фейковые» новости, улучшая алгоритмы, поддерживая программы с медиа грамотности и помогая найти новую экономическую модель журналистики. Эти действия могут облегчить часть большого давления на серьезные новости, но это длинный путь.

Кое-кто предлагает увеличить количество финансируемых фондами общественных СМИ. Но такие инициативы обычно маломасштабные и не устойчивы в долгосрочной перспективе, а в странах, где отсутствуют филантропические настроения, вообще невозможны.

Появляются новые инициативы крупных СМИ, включая дополнительные сервисы из проверки фактов. «Би-Би-Си» выражает стремление к «медленной журналистике», «Твиттер» – к сознательному повороту от мгновенных запросов к более продолжительному и более внимательному подходу к новостям. Это отрадно, но только большие государственные организации могут себе это позволить.

Признается, что цифровые СМИ намного превзошли способность большинства людей понять их, поэтому возобновленная заинтересованность в медиа грамотности – пониманию и более широкому анализу СМИ – очень важна. Помочь людям мыслить критически и распознавать качественное различие между «твитом» и тщательно подготовленной статьей ответственной новостной организации имеет решающее значение, но это – долгосрочный процесс.

Между тем, мы получаем журналистику, которую мы заслуживаем. Поэтому подумайте дважды, прежде чем ставить «лайк» на сенсационном

Когда дело касается понимания мира, скорость – сомнительное достоинство 

заголовке из источника, которого вы не знаете, – каждый раз, когда вы делайте это, вы помогаете создавать облик медиа-среды. Подпишитесь на серьезные новостные организации по вашему выбору, потому что за хорошую журналистику нужно платить. И не спешите – когда дело касается понимания мира, скорость – сомнительное достоинство.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Ричард Самбрук – профессор журналистики в Школе журналистики Кардиффа в Университете Кардиффа, и бывший директор Всемирной службы «Би-Би-Си»  

Статья впервые напечатана в выпуске журнала Индекс на Цензуру (весна 2017)

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”The big squeeze” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2017%2F12%2Fwhat-price-protest%2F|||”][vc_column_text]The spring 2017 issue of Index on Censorship magazine looks at multi-directional squeezes on freedom of speech around the world.

Also in the issue: newly translated fiction from Karim Miské, columns from Spitting Image creator Roger Law and former UK attorney general Dominic Grieve, and a special focus on Poland.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”88803″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2017/12/what-price-protest/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

Subscription options from £18 or just £1.49 in the App Store for a digital issue.

Every subscriber helps support Index on Censorship’s projects around the world.

SUBSCRIBE NOW[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

الصحافة الرصينة وابتلاع طعم وسائل التواصل الاجتماعي

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”إن زرّ الإعجاب على وسائل التواصل الاجتماعي، والصور الترفيهية، والهوس بالتفاعل الفوري كلّها جزءً من الضغوطات التي تواجههَا الصحافةُ الجدّية، يكتب ريتشارد سامبروك”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

حد أفراد الجمهور يأخذ صورة للرئيس الأمريكي دونالد ترامب خلال تجمع في رينو، نيفادا، خلال حملته الانتخابية, Darron Birgenheier/Flickr

حد أفراد الجمهور يأخذ صورة للرئيس الأمريكي دونالد ترامب خلال تجمع في رينو، نيفادا، خلال حملته الانتخابية, Darron Birgenheier/Flickr

[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

الصحافة الرصينة تختنق، فهي يتم التضييق عليها من جهتين، الأولى تتمثّل بالضغوطات الناجمة عن السعي الحثيث وراء الأرباح التجارية، والثانية، بالإلحاح على سرعة النشر والطلب على إذاعة الآراء الصريحة، والإصرار على إحداث تأثير في عالمنا على مدى ٢٤ ساعة، وسبعة أيام في الأسبوع. نماذج الأعمال المتبّعة سابقا تفشل اليوم، ولكن مع ذلك لا يوجد هناك بديل واضح بعد للتقارير الإخبارية الجدّية يمكنه موازنة المصلحة العامة مع يطلبه الجمهور من محتوى مثير.

لقد قوّضت شبكة الإنترنت هيبة الصحافة والثقة بها، وجذبت القرّاء والإعلانات بعيدا منها وألهت الجمهور عن طريق الأخبار المبالغ بها والمضخّمة، والمواضيع السطحية، وبالطبع، عن طريق الأخبار المزيّفة  “Fake news”. على أن المعلومات الموثوق بها تظلّ العملة الأساس  للديمقراطية السليمة، ولكن هذه العملة اليوم قد فقدت قيامها، ونحن جميعا ندفع الثمن.

انظروا إلى الولايات المتحدة. منذ إلغاء مبدأ التوازن في التغطية إبّان حكم الرئيس الراحل رونالد ريغان في عام 1987، الذي كان يجبر المحطّات الإذاعية أن تكون عادلة ومتوازنة في التغطية الإخبارية، أدّت النزعة الحزبية في الإعلام الأمريكي المرئي والمسموع الى خلق مستوى عالي من الاستقطاب، ممّهدة الطريق لانتخاب الرئيس الشعبوي الحالي. فقياسات حجم الجمهور المشاهد    “Ratings”أصبحت المعيار الأساسي في اجتذاب الإعلانات، في حين أن هذه القياسات بدورها تعتمد على التضخيم والمبالغة. ودفعت الدراما التي رافقت حملة دونالد ترامب الانتخابية بعدد المشاهدين الى مستويات أعلى وأعلى اضطرادا، ومعها الإيرادات من الإعلانات. في حينه، صرّح المدير التنفيذي لشبكة سي.بي.إس CBS ليزلي مونفيس قائلا: “ان [ترشيح ترامب] قد لا يكون أمرا جيّدا بالنسبة لأمريكا، ولكنه أمرا ممتاز جدّا لـ سي.بي.إس!”

ان الجدار الذي كان يفصل ما بين الجانب التجاري والجانب التحريري من العمل الصحفي هو في طور الانهيار. فمثلا، يُعوَّل على ما يسمّى بالإعلانات المُضمنة (أي التي تشبه من حيث الشكل المحتوى الأصلي للموقع Native Ads)، وهي دعاية متنكّرة في شكل محتوى صحافي – لتكون بمثابة المنقذ التجاري الجديد للناشرين، من منصة بوزفيد  إلى صحيفة النيويورك تايمز. إذا كان القرّاء لن يلاحظون ولن يكترثون، فهل يهم ما إذا كانت ما كنا نسمّيها إعلانات تبدو اليوم كأنّها أخبارا؟ ليس دائما، ولكن عندما تختلط العلاقات العامة، والإعلانات، والنشاط السياسي والترفيه جميعها مع الصحافة، فإن هذا يفتح الباب للاستغلال ولظاهرة “الأخبار المزيفة” المخيفة كما رأيناها خلال الأشهر القليلة الماضية.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/4″][/vc_column][vc_column width=”3/4″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

بالفعل، فإن عددا كبيرا جدا من الجمهور لم يعد بإمكانهم التفريق بين كل هذه الفئات من المعلومات، وذلك إلى حد كبير بسبب تواطؤ الشركات التي تملك وسائل الإعلام في الخلط ما بينها. واظهرت دراسة أجريت في جامعة ستانفورد بأن 82٪ من الطلاب لا يمكنهم التمييز بين المحتوى المدفوع الأجر ذات الطابع الاعلاني والأخبار المستقلّة. في المملكة المتحدة، أظهر مسح أجرته يوجوف YouGov لصالح القناة الرابعة بأن 4٪ فقط من المستطلعين تمكّنوا من التمييز بشكل قطعي بين الأخبار الحقيقية والأخبار المزيّفة.

تتحمل وسائل التواصل الاجتماعي وعمالقة التكنولوجيا جزءا كبيرا من المسؤولية. مؤخرا اعترف جونا بيريتي، المؤسس المشارك لبوزفيد وهافينغتون بوست، بأن السلوك عبر وسائل التواصل الاجتماعي قد غيّر وسائل الإعلام إلى الأبد. وبالنسبة له، أصبحت مشاركة الروابط هي المقياس الرئيسي الذي يعكس قيمة المستخدم، وشركته تعمل على أساس قياس وتشجيع المحتوى الذي تتم مشاركته عبر وسائل التواصل الاجتماعي.

من الواضح أن هذه المقاربة أثبتت نجاحها الباهر للعديد من منصات وسائل التواصل الاجتماعي. لكن المشكلة تكمن في أن حجم مشاركة المحتوى هي مؤشر جيد لقيمة الاستهلاك ولكنه ليس مؤشرا جيّدا لقيمة المواطنة.  فالمشاركة تكافئ عوامل الاجتذاب مثل التضخيم والمبالغة على حساب المصداقية، وتشجّع الاقتصاد القائم على الـ”كليكبايت” (اجتذاب متصفحي الويب للنقر على الروابط) حيث لا يهم ما إذا كان هناك المحتوى صحيحا أم لا، طالما يقوم المتصفّح بالنقر عليه، مما يسمح للمعلنين بأن يستغلّوا فضول الناس.

على هذا النحو، قد تجذب كذبة مقدّمة بشكل أخّاذ مليون مشاهدة، قبل ان تظهر حقيقتها. كان يقال يوما في عالم الصحافة “إذا كنتَ سبّاقا ولكن مخطئا فأنت لستَ سبّاقا على الإطلاق.” أما اليوم، إذا كنتَ أحد المراهقين المقدونيين الذين يعملون في تزييف الأخبار من أجل جني العائدات من الإعلانات، فأنتَ لن تكترث.

ان الاقتصاد الجديد للمعلومات الذي يفضّل التضخيم والفورية على حساب الموثوقية أو الدقة قد قام بتسميم النقاش العام وترك العديد من المواطنين محتارين وغير قابلين على فهم كيف تدار الأمور في العالم.

إذن، ما الذي يجب القيام به؟ المشكلة هي أن  عملاقي الإنترنت الأساسيين – أي الفيسبوك وغوغل – اللذان يهيمنان حاليا على كيفية وصولنا الى المعلومات عن العالم، قد أصبحا كيانين عالمين وإلى حد كبير هما غير خاضعين للمساءلة خارج إطار مساهميهما. وبطبيعة الحال، فأن مجلس إدارة كلّا من هاتين الشركتين منصبّ على تحقيق الأرباح الضخمة قبل أي شيء آخر، بما في ذلك المسؤولية الاجتماعية الأوسع. ومع ذلك، هناك دلائل على أن كلاّ منهما هو في طور الاستجابة للأزمة بسبب شعوره بالضرر اللاحق بالعلامة التجارية له، وذلك عبر البدء باستئصال الأخبار المزيّفة، وتحسين الخوارزميات في منصّته، ودعم برامج التوعية الإعلامية والمساعدة على البحث عن نموذج اقتصادي جديد للصحافة. قد تخفّف هذه الإجراءات بعضا من الضغط الكبير الواقع على الصحافة الرصينة، ولكن لا يزال الطريق طويلا للوصول الى برّ الأمان.

يقترح البعض انشاء المزيد من وسائل الأعلام العامّة المموّلة من قبل مؤسسات لا تبغي الربح. ولكن مثل هذه المبادرات عادة ما تكون على نطاق صغير، وغير مستدام على المدى الطويل، وهي تجربة يصعب استنساخها في تلك البلدان التي ليس لديها قطاع خيري قوي.

تم أيضا اطلاق مبادرات جديدة من قبل وسائل الإعلام الكبيرة مثل خدمات فحص الوقائع، والالتزام بالصحافة “البطيئة”، مثلا من قبل هيئة الإذاعة البريطانية، وهو ابتعاد متعمد من الضغوط الفورية على تويتر نحو مقاربة مطوّلة وأكثر عمقا للأخبار. هذه خطوات مرّحب بها، ولكن في الواقع، فإن المنظّمات الكبيرة ذات التمويل العام وحدها لديها القدرة على القيام بها.

هناك اجماع عام بأن وسائل الإعلام الرقمية قد تطوّرت بشكل أكبر من قدرة معظم الناس على استيعابه. لذا، فإن فإنه من المهم تجديد الالتزام بالتوعية الإعلامية – أي فهم ونقد وسائل الإعلام على نطاق أوسع. فمن الضروري مساعدة الناس على الانخراط بالتفكير النقدي وتمييز الفرق النوعي بين تغريدة عابرة ومقالة موّثقة جيدا تنشرها وسيلة اعلام خاضعة للمساءلة، وان كان ذلك ينطوي على عملية طويلة الأجل.

حتى يحصل ذلك، سوف نحصل على نوعية الصحافة التي نستحقها. فقم بالتفكير مرتين قبل أن تنقر على “أعجبني” على عنوان مثير من مصدر لا تعرفه – ففي كل مرة تفعل ذلك، فإنك تساهم في تكوين البيئة الإعلامية حواليك. قم أيضا بالاشتراك في وسيلة إعلامية رصينة تختارها، لأن الصحافة النوعية تحتاج الى المال. وبنفس القدر، خذ وقتك، فعندما يتعلق الأمر بفهم العالم، فإن السرعة هي فضيلة مشكوك فيها.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

ريتشارد سامبروك هو أستاذ الصحافة في كلية الصحافة في جامعة كارديف، والمدير السابق لهيئة الإذاعة البريطانية

ظهر هذا المقال أولا في مجلّة “اندكس أون سنسورشيب” بتاريخ 12 أبريل/نيسان 2017

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”The big squeeze” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2017%2F12%2Fwhat-price-protest%2F|||”][vc_column_text]The spring 2017 issue of Index on Censorship magazine looks at multi-directional squeezes on freedom of speech around the world.

Also in the issue: newly translated fiction from Karim Miské, columns from Spitting Image creator Roger Law and former UK attorney general Dominic Grieve, and a special focus on Poland.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”88803″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2017/12/what-price-protest/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

Subscription options from £18 or just £1.49 in the App Store for a digital issue.

Every subscriber helps support Index on Censorship’s projects around the world.

SUBSCRIBE NOW[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Clicar en el anzuelo

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”Los «me gusta» de las redes sociales, las fotos graciosas y la búsqueda de la reacción inmediata son parte de la presión bajo la que se encuentra el periodismo veraz. Lo cuenta Richard Sambrook”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

A member of the audience takes a photo of Donald Trump during a rally in Reno, Nevada during his campaign run, Darron Birgenheier/Flickr

Un miembro del público fotografía a Donald Trump en un mitin en Reno (Nevada) durante su campaña electoral, Darron Birgenheier/Flickr

[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

El periodismo serio se asfixia. Le están quitando el aire el comercialismo rampante y una insistente demanda de inmediatez, impacto y opiniones polarizadas en un mundo abierto las 24 horas. Los antiguos modelos de negocio fallan y, por el momento, no parece que haya una alternativa a las noticias serias capaz de imponer el interés público frente a lo que el público encuentra, simplemente, interesante.

Internet ha minado la autoridad del periodismo y la confianza depositada en él, reencauzando para sí tanto el público como la publicidad y distrayendo la atención con sensacionalismo, curiosidades y —cómo no— noticias falsas. Si bien la información leal es vital en toda democracia que se precie, hoy día todos estamos pagando el precio de su devaluación.

Fijémonos, por ejemplo, en Estados Unidos. Desde la derogación en 1987 del Principio de imparcialidad (fairness doctrine) —que obligaba a los canales de televisión a retransmitir informativos imparciales y equilibrados—, durante la presidencia de Ronald Reagan, el partidismo tanto en las tertulias de radio como en las cadenas informativas de televisión ha contribuido a un clima político polarizado y a la elección de un presidente populista. Los índices de audiencia controlan la publicidad, y el sensacionalismo, a su vez, controla esos índices. El drama de la campaña electoral de Donald Trump disparó las cifras de audiencia y, con ellas, los ingresos por publicidad. Como declaró Leslie Moonves, director ejecutivo de la CBS: «Puede que a Estados Unidos no le convenga [la candidatura de Trump], pero a CBS le ha venido de vicio».

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/4″][/vc_column][vc_column width=”3/4″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

El muro entre las operaciones comerciales y editoriales del periodismo se disuelve. Se espera que la publicidad nativa —relaciones públicas camufladas de periodismo— acuda al rescate comercial para plataformas como Buzzfeed o el New York Times. Si los lectores no se dan cuenta, o les da lo mismo, ¿importa que lo que antes llamábamos publicidad tenga ahora aspecto de noticia? No siempre, pero a medida que las relaciones públicas, la publicidad, el activismo político y el entretenimiento comienzan a mezclarse con el periodismo, se abre la puerta a la explotación y al pánico de las noticias falsas que hemos sufrido estos últimos meses. Son demasiadas las personas que ya no saben distinguir entre esas categorías de información, cosa que se debe en gran medida a que las empresas de comunicación son cómplices de su confusión. Un estudio de la universidad de Stanford descubrió que el 82% de los estudiantes no sabían distinguir entre contenido patrocinado y noticias independientes. En Reino Unido, una encuesta de YouGov para Channel 4 halló que solo el 4% de los encuestados podían distinguir con certeza entre una noticia falsa y una real.

Las redes sociales y los gigantes de la tecnología tienen gran parte de culpa. Jonah Peretti, cofundador de Buzzfeed y el Huffington Post, dijo recientemente que el comportamiento social ha cambiado el mundo de la comunicación para siempre. Según él, compartir es el sistema de medición clave, indicador del consumer value —la valoración de un producto o servicio por parte del consumidor—, y su compañía se fundamenta en medir y fomentar el contenido compartido.

Está claro que ha resultado en un éxito apabullante para muchas plataformas sociales. El problema es que el acto de compartir es un buen indicador de dicho consumer value, pero no así del citizen value —la obtención de beneficios definidos por la ciudadanía—. Compartir premia la sensación por encima de la autoridad, y fomenta una economía online basada en el clickbait, en la que no importa si algo es cierto o no lo es, mientras hagas clic y las empresas se suban al carro de tu curiosidad.

Así que una mentira extravagante acumulará un millón de visitas antes de que alguien repare en la verdad, más prosaica. En el mundo del periodismo, solía decirse: «si eres el primero y te equivocas, no eres el primero». Hoy, si eres uno de los adolescentes macedonios que se dedican a inventar noticias para amasar ingresos por publicidad, todo eso te da lo mismo.

La nueva economía de la información, en la que se valoran la sensación y la inmediatez por encima de la autoridad o la veracidad, ha contaminado el debate público y ha dejado a muchos ciudadanos profundamente confusos acerca del funcionamiento del mundo.

¿Qué se puede hacer al respecto? El problema es que los dos gigantes de internet —Facebook y Google— que hoy controlan la forma en la que nos enteramos de lo que pasa en el mundo son globales, y no rinden cuentas prácticamente a nadie salvo a sus accionistas. Y sus juntas, por supuesto, están mucho más interesadas en embolsarse enormes beneficios que en asumir responsabilidades sociales. Con todo, hay signos de que ambas empresas están respondiendo a lo que perciben como perjudicial para su marca, extirpando noticias falsas, alterando los algoritmos, apoyando programas de educación en medios de comunicación y ayudando a buscar un nuevo modelo económico para el periodismo. Es posible que estas acciones aligeren parte de la enorme presión que sufren los intentos serios por informar, pero hay mucho camino por recorrer.

Algunos proponen que haya más medios de comunicación públicos financiados por fundaciones. Pero iniciativas como esas normalmente se dan a pequeña escala y son insostenibles a largo plazo, o bien imposibles de reproducir en otros países que no gozan de una extendida filantropía.

Existen nuevas iniciativas procedentes de los grandes medios, como la inclusión de más servicios de verificación de datos y, en el caso de la BBC, un compromiso con el «periodismo lento»: un alejamiento deliberado de la demanda instantánea de Twitter a favor de un enfoque más pausado y reflexivo hacia la noticia. Un gesto digno de agradecer, pero que solo una organización de gran tamaño y financiación pública puede permitirse.

Ha llegado a reconocerse que los medios digitales se han adelantado tanto a la capacidad de casi cualquier persona de entenderlos, que es preciso un compromiso renovado con la alfabetización mediática —comprender y diseccionar los medios de forma más amplia—. Es crucial ayudar a la gente a pensar de forma crítica y a reconocer la diferencia cualitativa entre un tuit y un artículo bien fundamentado de una organización informativa responsable, pero es un proceso a largo plazo.

Mientras tanto, tenemos el periodismo que nos merecemos. Así que, piénsatelo dos veces antes de darle a me gusta en un titular sensacionalista de una fuente que no conoces: cada vez que lo haces, ayudas a dar forma al entorno mediático. Suscríbete a una organización de noticias serias de tu elección; el buen periodismo cuesta dinero. Y ve despacio: en lo que respecta a entender el mundo, la rapidez es una dudosa virtud.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Richard Sambrook es profesor de periodismo en la facultad de periodismo de la Universidad de Cardiff y exdirector del Servicio Mundial de la BBC.

Este artículo fue publicado en la revista de Index on Censorship en primavera de 2017.

Traducción de Arrate Hidalgo

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”The big squeeze” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2017%2F12%2Fwhat-price-protest%2F|||”][vc_column_text]The spring 2017 issue of Index on Censorship magazine looks at multi-directional squeezes on freedom of speech around the world.

Also in the issue: newly translated fiction from Karim Miské, columns from Spitting Image creator Roger Law and former UK attorney general Dominic Grieve, and a special focus on Poland.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”88803″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2017/12/what-price-protest/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

Subscription options from £18 or just £1.49 in the App Store for a digital issue.

Every subscriber helps support Index on Censorship’s projects around the world.

SUBSCRIBE NOW[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]