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Detectives digitales
La tecnología de fácil manejo está ayudando a los periodistas africanos en sus investigaciones, incluso con presupuestos limitados, informa Raymond Joseph
03 May 18

En África, los drones se están utilizando en nuevos estilos de periodismo, Mavik/

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En África, los drones se están utilizando en nuevos estilos de periodismo, Mavik/Flickr

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En lo más profundo de la provincia de Mpumalanga, al extremo noreste de Sudáfrica, un periódico sin apenas recursos está utilizando una combinación de alta tecnología y sistemas más rudimentarios para mejorar las vidas de las comunidades a las que abastece. También ha introducido una forma de hacer periodismo pionera e innovadora, que no solo sitúa a sus lectores al centro de su cobertura, sino que también los involucra directamente en las operaciones de recopilación de noticias.

Lo que está haciendo este periódico supone una lección para medios de comunicación más establecidos que buscan nuevas fuentes de ingresos no tradicionales, y los cuales, en la era del periódico digital y en red, lo están pasando mal para sobrevivir y no perder relevancia.

Ziwaphi, este periódico de carácter comunitario, se distribuye a comunidades en el distrito Nkomazi, situado en el epicentro de la pandemia de sida en Sudáfrica, donde hay poco acceso a la cobertura informativa. Uno de los mayores problemas de la zona son las corrientes contaminadas con aguas residuales. Las mujeres y niñas pasan horas cada día recogiendo agua de los ríos para beber, cocinar y lavar, pero a menudo estos ríos también se utilizan para el vertido de residuos humanos. Esto hace que en ocasiones se disparen los casos de E. coli, provocando diarreas. Y, cada pocos años, hay un brote de cólera.

Gracias a una subvención y a la asistencia técnica de African Media Initiative (AMI), punta de lanza de las iniciativas por arraigar el periodismo de datos en las redacciones africanas, Ziwaphi está colocando smartphones viejos, metidos en botellas de plástico transparente, en ríos de la zona. Los teléfonos funcionan como rudimentarios microscopios electrónicos, al utilizar sus cámaras para sacar fotos corrientes con flash. Después, se recogen estas fotografías, se magnifican y se comparan con imágenes de una base de datos existente para detectar niveles peligrosos de E. coli. Luego se envían los resultados a las residentes por SMS, informándolas de dónde es seguro recoger agua.

Cerrando el círculo, el periódico analiza los datos en tiempo real para detectar tendencias e incluso, con suerte, triangular las fuentes de contaminación.

Una vez al mes, Ziwaphi publica un análisis detallado basado en los resultados que se comparte con otros periódicos de la comunidad y con las emisoras de radio locales. Así esperan que la información pueda empoderar a la gente de la región y obligar al gobierno a abastecerla de agua limpia y servicios de saneamiento. Los lectores de Ziwaphi también ayudan a recolectar información por medio de una app móvil de avisos de ciudadanos, que complementa así los datos de los smartphones con relatos de testigos sobre los impactos de la polución y las posibles fuentes de contaminación.

«El total del proyecto solo costó 20.000 dólares, incluido un modesto salario para un reportero especializado en salud a tiempo completo durante un año», explica Justin Arenstein, encargado de estrategia para AMI. «Pero lo importante, desde un punto de vista de sostenibilidad mediática, es que Ziwaphi está utilizando el proyecto del agua para construir el esqueleto digital que necesitará para sobrevivir en el futuro próximo».

Hasta hace poco, África se encontraba a la zaga del resto del mundo en lo concerniente a internet por los altos costes de acceso. Hoy, el despliegue de nuevos cables submarinos está contribuyendo a abaratar el coste de la conectividad, especialmente en el este y el sur del continente. Esto ha dado pie a una nueva y emocionante era periodística, con una explosión de ideas e innovaciones que están produciendo herramientas para lo que se han venido a denominar «noticias útiles». Los medios tradicionales están intentando conectar cada vez más con la ciudadanía, involucrarla en la búsqueda de noticias y en los procesos de producción de contenido. El proyecto de los móviles en botellas es un ejemplo de lo que se puede conseguir con recursos limitados.

En Kenia, Radio Group, la tercera entidad mediática en tamaño, ha puesto en funcionamiento Star Health, el primero en una serie de kits de herramientas para ayudar a los lectores a comprobar fácilmente la reputación de los médicos y descubrir si alguna vez han sido declarados culpables de negligencia. Se dio un caso en el que un hombre que estaba ejerciendo como médico resultó ser veterinario.

La plataforma, que ha demostrado ser todo un éxito en un país en el que los doctores poco fiables son un problema extendido, también ayuda a los usuarios a localizar especialistas médicos en su centro de salud más cercano. Además, puede utilizarse para comprobar qué medicinas están cubiertas por el sistema nacional de salud. Es de destacar que los resultados de las consultas en Star Health se envían a través de un servicio Premium de SMS que genera un flujo de ingresos crucial en estos tiempos en los que los medios de comunicación se han visto obligados a diversificar modelos de financiación ajenos a la publicidad y, en algunos casos, a la venta de ejemplares.

«Estas herramientas no reemplazan al periodismo tradicional, sino que mejoran el reportaje periodístico al ayudar a los lectores, por ejemplo, a descubrir cómo una noticia nacional sobre médicos estafadores les afecta personalmente», indica Arenstein. Las noticias han de ser personales y prácticas, y deberían convertirse en parte importante de las estrategias de transformación digital de los medios de comunicación, subraya.

La realidad del periodismo hoy día es que, aunque los medios de difusión no cuenten con el público masivo de los medios tradicionales, cualquier persona con un smartphone o conocimientos digitales básicos puede convertirse en «editor».

En Nigeria, por ejemplo, la comunidad online Sahara tiene más de un millón de seguidores en redes sociales, muchos más que muchas entidades tradicionales. El reto en un futuro será para las redacciones, que habrán de aprovechar estas redes comunitarias sin perder de vista el hecho de que la voz de la ciudadanía ha de seguir siendo central.

Un proyecto pionero en la aislada región nigeriana del Delta ha visto trabajar a los medios convencionales junto a una red ya existente de información ciudadana, Naija Voices, en la introducción de drones a control remoto con cámaras incorporadas que detecten y vigilen posibles vertidos de crudo destructivos del medio ambiente. El plan es distribuir las grabaciones a los principales canales de televisión y a periódicos colaboradores en Lagos y Abuja. Esto facilitará a la prensa un alcance sin precedentes a partes del país que hasta ahora han sido prácticamente inaccesibles.

Los drones de alas fijas son relativamente baratos y fáciles de manejar, pero también se estrellan de vez en cuando. «Conseguir partes nuevas, como las alas o piezas del fuselaje, sería caro y llevaría mucho tiempo, así que estamos experimentando con impresoras 3D para generar piezas in situ y según las necesitemos», explica Arenstein.

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Este experimento de información ciudadana parte de la labor de AfricaSkyCam, que lleva un año experimentando con drones en Kenia como parte de «la primera cámara aérea para una sala de redacción africana». SkyCam usa drones y globos equipados con cámaras para ayudar a los medios que no pueden permitirse helicópteros a cubrir noticias de última hora en situaciones peligrosas o ubicaciones de difícil acceso.

En Sudáfrica, el Oxpeckers Center for Investigative Environmental Reporting está utilizando «geo-periodismo» y otras técnicas de mapping para amplificar el alcance de su labor periodística y analizar noticias como la caza furtiva de rinocerontes y la caza de leones en recintos cerrados —se crían leones mansos para que adinerados cazadores de trofeos les disparen—. Las investigaciones ayudan a desvelar tendencias o vínculos con sindicatos del crimen, y a la cobertura de Oxpeckers Center se ha atribuido el fomento de una reciente prohibición de la caza en recintos cerrados en Botswana. También han contribuido a la redacción de leyes sobre el comercio de productos del rinoceronte y otras especies salvajes en China y Mozambique.

Pero lo cierto es que las redacciones africanas con pocos recursos no suelen contar con la tecnología ni los conocimientos digitales para construir nuevas herramientas online.

Es por ello por lo que el programa de innovación digital de AMI —e iniciativas similares por parte de Google, la fundación Bill & Melinda Gates y benefactores de menor envergadura como Indigo Trust— están construyendo sistemas de apoyo externo para ayudar a las redacciones de estos medios a dar el salto a un futuro digital.

Estos donantes también se están centrando en introducir los nuevos enfoques del periodismo de datos en medios tradicionales. Están ayudando a los periodistas a utilizar información digital de acceso público, proveniente de fuentes como censos o presupuestos del gobierno, para construir herramientas que asistan a la ciudadanía en la toma de decisiones más informadas sobre problemas que que les afectan a diario.

Entre quienes están ayudando a impulsar este enfoque desde las nuevas tecnologías está Code for Africa, una red de laboratorios tecnológicos municipales para países de todo el continente que tienen como objetivo fomentar la innovación y trabajar con medios y redes de periodismo ciudadano, de modo que puedan superar la brecha digital.

Code for South Africa (C4SA) está ayudando a todos, desde el periódico Ziwaphi —con sede en un barrio marginal producto del apartheid— y su proyecto de alertas de cólera, hasta medios nacionales de comunicación, como el Mail & Guardian o el City Press.

«Los medios saben que están en crisis. Ven amenazado su modelo de negocio basado en la publicidad a medida que su público se pasa a internet, pero la innovación digital sigue siendo difícil de vender», afirma Adi Eyal, director de C4SA. «El progreso es horriblemente lento porque muchos dueños de medios africanos se muestran indecisos a la hora de invertir sin antes saber cómo generarán ingresos estos nuevos modelos.

»A consecuencia de ello, la mayoría de lo que las redacciones sudafricanas llaman periodismo de datos de producción propia, en realidad, no es más que visualización. Están creando muy poca información útil y prácticamente nada en lo que se refiere a herramientas informativas que la gente pueda usar en la toma de decisiones. La inversión en un solo proyecto es significativa, así que es importante que las herramientas que se están elaborando sean duraderas, para que las redacciones puedan utilizarlas para informar sobre problemas y la gente pueda actuar».

El progreso será extremadamente lento, pero aun así los cimientos se van colocando poco a poco, a medida que los «rizomas» —conjuntos de datos de todas partes de África— se recolectan y cotejan en el portal African Open Data, para que sean utilizados tanto por periodistas de redacción como por gente que sepa programar. Tener estos datos supone la posibilidad de crear aplicaciones y herramientas que servirán para construir comunidades y generar ingresos.

C4SA también está construyendo la infraestructura «invisible» de soporte para ayudar a las redacciones a construir nuevas herramientas de forma rápida y barata. Esto incluye el apoyo a iniciativas como OpenAfrica, que ayuda a las redacciones a digitalizar y extraer datos de documentos fuente. C4SA también ha construido una serie de interfaces de programación de aplicaciones (API) de lectura mecánica ricas en datos que los periodistas pueden incorporar fácilmente a sus apps de móvil o páginas web. Las API accionan herramientas como WaziMap, que utiliza censos, elecciones y otros datos para ayudar a los periodistas a investigar a fondo las estructuras de las comunidades a nivel de distritos locales. Cada uno de estos recursos es una herramienta no solo para los medios, sino también para activistas ciudadanos y vigilantes del interés público, afirman Arenstein.

En una columna reciente sobre el futuro de los periódicos, Ferial Haffajee, editor de City Press, un periódico dominical sudafricano que está pasando por dificultades para reinventarse en la era digital, escribía: «Nada es lo que era. Casi nada es lo que parece. Tenemos un futuro, y es muy seductor». Y solo hace falta ver los smartphones en botellas y los drones impresos en 3D para entender que este futuro se está convirtiendo, redacción a redacción, proyecto a proyecto, en realidad.

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Raymond Joseph es un periodista independiente con base en Ciudad del Cabo. Está en el consejo de Big Issue Sudáfrica y tuitea en @rayjoe

This article originally appeared in the autumn 2014 issue of Index on Censorship magazine

Traducción de Arrate Hidalgo

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With: Iona Craig, Taylor Walker, Will Gore[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”80562″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2014/09/seeing-the-future-of-journalism/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

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By Raymond Joseph

A contributor to Index on Censorship magazine, Raymond Joseph, an ICFJ/Knight International Journalism Fellow at International Center for Journalists (ICFJ), is veteran of South African newsrooms, where he has worked in senior editorial and executive positions on a wide variety of daily and weekly national and regional publications.

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